Muchos de nosotros acudimos a Sexólicos Anónimos (SA) debido a que nuestros pensamientos y actividades sexuales autodestructivas nos habían conducido a la desesperación total.
En las reuniones de SA descubrimos, para sorpresa nuestra, que la lujuria era la fuerza que impulsaba nuestras prácticas sexuales adictivas. La lujuria sexual es un pensamiento o apetito que nos lleva a utilizarnos a nosotros mismos, a otros o a determinadas cosas con propósitos destructivos y egocéntricos.
La enfermedad espiritual de la lujuria nos exige estímulos sexuales en vez de lo que un Poder Superior o Dios, tal como lo entendemos, nos ofrece en ese momento. Más tarde llegamos a comprender que lujuria es querer cualquier cosa menos lo que un Poder Superior, o Dios tal como nosotros lo entendemos, nos proporciona.
En un principio nos resultaba difícil de creer. A medida que comenzábamos a aceptar este hecho, nos preguntábamos cómo íbamos a poder vivir sin lujuria. Estaba claro que teníamos que renunciar a la misma, pero a su vez dudábamos que fuera posible la vida sin lujuria.
En la fraternidad de SA, conocimos a personas que habían encontrado la forma de interrumpir sus conductas sexuales autodestructivas. Eso también nos resultaba increíble. Sin embargo, su sinceridad y la felicidad que irradiaban sus rostros nos decían que era verdad. Habían logrado la respuesta que con tanta desesperación buscábamos.