Cuando venimos a SA con frecuencia le escucharemos decir a alguien “nunca más tienes porque volver a estar solo”. Con el aislamiento y los secretos que caracterizan a esta adicción, esta es toda una promesa. Una manera importante de romper el aislamiento es usando el teléfono.
Inicialmente llamamos a nuestro padrino o madrina y a otras personas en el programa cuando estamos obsesionados o forcejeando con un asunto que tiene que ver con la sobriedad. En vez de intentar manejar por nosotros mismos el enfado, estrés, detonantes o cualquier otro de los retos diarios a los que se enfrenta un sexólico, llamamos a otro miembro del programa.
Llamamos para así acordarnos de las herramientas de la sobriedad y de la recuperación. Llamamos porque esto ayuda a mantener vivo el sentimiento de que pertenecemos a una comunidad con un problema común y una solución que funciona. Llamamos tanto si lo “necesitamos” como si no para así crear un hábito saludable y para mantener abierto este canal de comunicación.
Cuando nuestra sobriedad se ve amenazada, tomamos el teléfono y llamamos.
Mantenemos la discreción al dejar mensajes de voz a otros miembros. Es posible llegar a comprometer, sin advertirlo, el anonimato de otro miembro al dejar un mensaje de voz que otra persona pudiera llegar a escuchar. A menos que tengamos permiso, no mencionamos el nombre del programa o
damos otra información que pudiera dar lugar a preguntas incómodas o a curiosidad por parte de familiares o compañeros de trabajo. Dejar solo nuestro nombre y un número de teléfono es práctica común.